Teoría del ciclo de vida

Teoría del ciclo de vida es un conjunto de relatos, dividido en cuatro partes más una intro:
1.- Perversidad 2.- Everest 3.- Ficción 4.- Así

domingo, 23 de diciembre de 2012

El fin del mundo según Cormac McCarthy

Ya que hemos sobrevivido al fin del mundo, podemos hablar en serio del tema. De todos los que hemos visto/leído, me quedo con los de Cormac McCarthy.

En La carretera escribe sobre un fin del mundo cruel, sin que haya invasores ni extraterrestres, sin huracanes ni tsunamis. Sólo los hombres que devoran a hombres y eso ya es bastante.


 Pero para fin del mundo, el de No es país para viejos. Allí no había fin como tal, no había fecha determinada. Era la misma sensación de caos que ahora nos acompaña: la violencia, la desesperación, la degradación de la sociedad. El fin del mundo se veía en el rostro del sheriff, donde se ve la desolación de no poder evitarlo.



"Loretta me dijo que había oído por la radio que no sé qué porcentaje de niños en este país son criados por sus abuelos. No recuerdo qué tanto por ciento. Bastante alto, me pareció. Los padres no querían educarlos. Estuvimos hablando de eso. Lo que pensamos fue que cuando llegue la próxima generación y tampoco quieran educar a sus hijos, ¿quién lo va a hacer? Sus propios padres serán los únicos abuelos a mano y ellos no querrán hacerlo. No se nos ocurrió ninguna respuesta. Cuando tengo un día bueno me parece que hay algo que no sé o que hay algo que no tengo en cuenta. Pero esos momentos son los menos. A veces me despierto de noche y sé como que existe la muerte que no hay nada que pueda detener este tren como no sea el segundo advenimiento de Cristo. No sé qué sentido tiene que me quede en vela pensando estas cosas. Pero lo hago."

Cosas que me hacen sentir bien: Cormac McCarthy.
Cosas que me hacen recaer:Soñar(te).

martes, 11 de diciembre de 2012

La reina y yo

Odio a los artistas mainstream. Pero como en todo, hay excepciones. Para mí, Katy Perry y Lana del Rey. Sobre todo esta última.

El disco Born to die no es un rompe-pistas comercial. Y es por eso que me sorprende su éxito. Canciones melancólicas, tristes, nostálgicas... y super ventas. Para los que somos adictos a la melancolía/tristeza/nostalgia, sus temas son un camino para revivir/recaer.


Y los vídeos ayuda a ello. Desde el Videogames con Paz de la Huerta tambaleándose hasta el National Anthem, haciendo de una especial Jackie Kennedy. Pero mi preferido es Summertime Sadness, con la muerte acechando, la melancolía hecha canción/vídeo.



Cosas que me hacen sentir bien: Lana del Rey.
Cosas que me hacen recaer: La pre-navidad. 

miércoles, 21 de noviembre de 2012

Amar en el ejército

Reflejos en un ojo dorado es posiblemente una de las películas más fascinantes del cine. Con una sobriedad exquisita, Marlon Brando y Elizabeth Taylor construyen una pareja con miles de matices. Detrás de kilos y kilos de impostura, ella se deja querer (por los demás) y él apenas la mira. Ella es acosada por un soldado raso y él se lleva un desengaño inesperado. Una obra maestra.


De aquí a la eternidad presenta un amor pasional entre Burt Lancaster y Deborah Kerr. Aunque sólo al principio y mientras se esconden de los demás. Lo prohibido incentiva. Luego se diluye como se diluyen todas las historias de amor. Finalmente se hieren, se hieren mucho. Luego está Montgomery Clift, pero éste ama al ejército por encima de todas las cosas.



Reflejos en un ojo dorado y De aquí a la eternidad, dos formas de amar en el ejército. El amor y la guerra, ¿sinónimos?

Cosas que me hacen sentir bien: La ducha después de correr.
Cosas que me hacen recaer: Los anuncios de la Mutua.

miércoles, 7 de noviembre de 2012

No todo es guerra (De aquí a la eternidad)

De aquí a la eternidad es una novela mastodóntica, tanto en número de páginas como en temas tratados. Por resumirlo fácilmente, podría decirse que es la gran novela sobre el ejército. Pero va mucho más allá de eso. Es una novela romántica en la medida en que hay pasiones e incompresiones, más de deseos que de consumaciones. 

Pero también es una novela sobre la amistad bien entendida. Más que abrazos sin sentido, hay comprensión, complicidad, lealtad. También es una novela sobre las convicciones, sobre saber lo que está bien y mal la lucha (sin descanso) por lo que uno cree.


Y es una novela sobre el ejército, sobre aquella preparación para la Segunda Guerra Mundial, antes de que los japoneses atacasen Pearl Harbor. La pérdida, el dolor, la frustración... todo eso está en De aquí a la eternidad, y no todo proviene de la guerra.

martes, 16 de octubre de 2012

La mujer del gran jefe

Hay dos series profundamente machistas (por el marco temporal donde se desarrolla) pero que tienen entre sus protagonistas, algunos personajes femeninos tremendamente complejos.

Betty Draper fue desenmascarando poco a poco a Don, al que le eliminó ese halo de misterio con el que todas caían rendidas. Él, que siempre la menospreció; el, que siempre la relegó, tuvo que suplicar. Sólo con el tiempo, y ni siquiera eso, ha podido olvidarla.


La señora Schroeder nunca cayó por los encantos de Nucky Thompson (porque no los tiene) pero el mínimo cariño y la protección que le proporcionaron bastaron. Pasó de ser la líder anti-alcohol a la amante del principal mafioso de la ciudad.

Betty y Margaret. En Mad Men y en Boardwalk Empire hay dos mujeres capaces de hacer frente a dos tipos poderosos, capaces de encontrar su rumbo cuando todos los demás van a la deriva.

Cosas que me hacen sentir bien: Los Monty Python.
Cosas que me hacen recaer: Los anuncios de Worten/Mediamarkt.

miércoles, 19 de septiembre de 2012

Ojo con un griego que trae regalos

Eso lo decía un troyano en la (memorable) canción del (memorable) grupo El cuarteto de nos. El griego, así tal cual, The greek para ellos, es un personaje que las series emplean muy a menudo. Hablamos de Luck y de The Wire. Palabras mayores.

El griego de Luck es Dennis Farina, y es el "hombre para todo" de Dustin Hoffman. El único hombre en el que puede confiar tras haber salido de la cárcel y querer emprender un negocios de hípica/apuestas/casino en lucha con sus antiguos socios.


El griego de The Wire en verdad son más. Se trata de una organización cuyo objeto social es traficar, con cualquier cosa. Spiros "Vondas" Vondopoulos era el lugarteniente, el que hacía el trabajo semi-sucio, el que arreglaba los tratos. Por encima de él, El griego, The greek, así, a secas, sin más nombres. El tipo callado y retraido al cual nunca llegó el bueno de McNulty en esa memorable 2ª temporada de la serie.


Cosas que me hacen senir bien: El doblaje clásico.
Cosas que me hacen recaer: Las ferias de pueblo.

martes, 11 de septiembre de 2012

El guionista solitario

En The Newsroom, Sorkin se ha vuelto a quedar solo. Ya hizo lo mismo en El Ala Oeste de la Casa Blanca, donde quería controlar todos los aspectos del guión y eso lo dejó exhausto. Y esto unido a sus problemas de adicción, le apartaron de la serie.


Sorkin lo contó a su forma en Studio 60, donde Matthew Perry hacía de Sorkin y despidió a todos los guionistas de esa recreación del Saturday Night Live y se hizo cargo del programa en solitario… hasta que pidió ayuda, a dos guionistas sin demasiado reconocimiento.


Sorkin lo ha vuelto a hacer. Ha despedido a los guionistas de The Newsroom. El escritor solitario apartado del mundo es una figura idílica, pero no la del guionista solitario haciendo frente a 13-22 capítulos anuales. Sorkin, aquí tienes mi ayuda si hace falta.

Cosas que me hacen sentir bien: Aaron Sorkin.
Cosas que me hacen recaer: Las ventanas emergentes.

martes, 4 de septiembre de 2012

Yo soñaba cada día poder alcanzar la playa

Así canta Xoel López en Tierra, la playa como meta, como lo fue para Antoine Doinel en Los 400 golpes, o como Barton Fink, que se dio cuenta allí de que su idilio con Hollywood había acabado. Al menos le quedaba la chica, al menos le quedaba el mar.


La playa como símbolo, como escenario de un amor revivido, como el de Warden y Karen Holmes en De aquí a la eternidad, como refugio para no ser encontrados. La playa como resorte para la acción. “Me enamoraría de cualquiera que me prestara atención” dijo Jim Carrey en la playa de Olvídate de mí.


La playa empieza a dejar de tener sentido en este final de verano, aunque Pauline descubría su primer amor en septiembre. Donde la melancolía lo invade todo, ante el final de algo que podía haber sido y no fue.

Cosas que me hacen sentir bien: La playa a las 10 de la mañana. 
Cosas que me hacen recaer: Las medusas.

martes, 26 de junio de 2012

Mi ciudad perdida, el tiempo perdido.

Mi ciudad perdida es una recopilación de artículos para revistas que Scott Fitzgerald fue publicando a lo largo de su vida. Algunos memorables, otros para salir de apuros económicos, pero todos sirven de testamento vital.

Asusta ver la evolución de su pensamiento. Desde su juventud, con la esperanza de los primeros ingresos, de su vida plena en la Costa Azul, hasta su final, con apenas 44 años, pero desesperanzado, hastiado de la vida que había llevado, odiando todo lo que él mismo había sido, esa felicidad artificial de los años 20. No sólo quebró la bolsa en el 29, quebró un estilo de vida, una hipocresía alarmante.


 “Evidentemente, la vida sólo es un continuo proceso de deterioro”. Así lo deja escrito y patente. “Comprendí que durante mucho tiempo no me habían gustado ni las personas ni las cosas, sino que sólo seguía la vieja y desvencijada pretensión de que me gustaban”. 

Zelda y él se derrumbaron. El alcohol fue siempre un remedio, pero llegado un momento, fue el principio del fin. Lo tuvieron todo, pero estaba asentada en una falsa base de felicidad. Y ante el primer suspiro, la felicidad cae y nos aplasta. Al menos nos queda su lección.

martes, 12 de junio de 2012

The Wire (2): Los creadores

David Simon fue periodista del diario Baltimore Sun, en la sección, qué casualidad, de sucesos. Pero no se sirve de esos mismos sucesos que los medios españoles denominan como sección de actualidad, donde descuartizan muertos con el mayor desprecio posible para aumentar audiencia y olvidar en cuanto una actriz haya posado desnuda. No son tratados de la misma manera.

Simon se sirve de ello para denunciar. Va mucho más allá de la mera exposición de las vísceras. Cosa que demuestra sus dos libros: Homicidio, un año en las calles de la muerte y The corner, a year in the life an Inner-City Neighborhood. Los dos libros han dado lugar a sendas serie. Y The Wire es una recopilación de ambas.

Simon abandonó el periodismo desencantado con los nuevos tiempos, algo que denuncia en la quinta temporada. Supo acompañarse de guionistas de lujo, como el co-creador Ed Burns (ex-policía, ex-soldado, ex-profesor) o los escritores de culto Dennis Lehane y Richard Price. Dice Burns “no hay diferencia entre realidad y ficción cuando tratas de contar la verdad”. Porque The Wire es eso, verdad.

Cosas que me hacen sentir bien: Jaycee Carroll
Cosas que me hacen recaer: La UE.

jueves, 7 de junio de 2012

The Wire (1): La serie

Hace diez años la HBO estrenó el primer capítulo de The Wire. Pocos podían pensar en ese junio de 2002 con aquella primera imagen de McNulty sentado en la acera en una escena del crimen, que se convertiría en la mejor serie que la TV ha dado. Porque en eso hay pocas dudas, todo aquel que haya visto las cinco temporadas, no debe decir otra cosa que no sea que The Wire supera a todas las demás.

The Wire hace referencia a las escuchas que utiliza la policía para sus investigaciones, pero también podría hacer referencia a la extensa red delictiva que existe en ese Baltimore podrido, porque la red se extiende desde traficantes a políticos, desde periodistas a empresarios, con la educación entre medias, tejiendo o destejiendo esa encrucijada. Y todo cuadra, todo es trágico, todo rezuma verdad.



The Wire es una serie policíaca donde cada prueba cuesta un mundo conseguirla, donde la investigación toma cuerpo muy lentamente, donde las dificultades provienen tanto de los traficantes como desde las autoridades.

La serie exige un esfuerzo intelectual. Es densa y no estamos acostumbrados. Al principio cuesta, pero cuando pasan los primeros tres capítulos, se vuelve adictiva. Esa lentitud viene a confirmarse en palabras de Burns “tanto Al Capone como el que vende marihuana infringen la ley. Para pillar al primero, se necesitan cinco años; para pillar al segundo, cinco minutos. Pero en las estadísticas, los dos cuentan como una detención, así que compensa ir a por los de la esquina.”

Cosas que me hacen sentir bien: Los play-offs.
Cosas que me hacen sentir mal: Perder en el último segundo.

viernes, 1 de junio de 2012

La costa azul

Un lugar para vivir: La Costa Azul, esta Costa Azul.

"Cuando tus ojos tropiezan por primera vez con el Mediterráneo sabes de repente por qué el primer hombre adoptó aquí su posición erecta y expandió sus brazos hacia el sol. Es un mar azul, o quizás demasiado azul para esa trillada expresión que se ha empleado para describir cualquier charco fangoso que se extiene de un polo a otro. Es el azul encantado de los cuadros de Maxfield Parrish, azul como los libros azules, los óleos azules, los ojos azules y a la sombra de las montañas una franja de tierra verde se extiende a lo largo de la costa durante 160 kilómetros y lo convierte en el patio de recreo del mundo.

¡La Costa Azul! Los nombres de sus balnearios, Cannes, Niza, Monte Carlo, evocan los recuerdos de cien reyes y príncipes que han perdido sus tronos y vienen aquí a morir, de misteriosos rajás y beyes que les lanzan diamantes azules a bailarinas inglesas, de millonarios rusos que dilapidan sus fortunas en la ruleta durante aquellos días perdidos del caviar previos a la guerra."
Cómo vivir con casi nada al año, de Francis Scott Fitzgerald.



Cosas que me hacen sentir bien: La playa en el amanecer.
Cosas que me hacen recaer: Carlos Dívar.

martes, 22 de mayo de 2012

Rezando (en las canciones)

Parece que rezar es lo último que queda. Para los que no creen(mos), rezar llega con la desesperación, como un alcohólicos anónimos o una terapia anti-drogas. Al ver el nuevo vídeo de Supersubmarina, me ha recordado que rezar ya es lo único que nos queda. Con esa atmósfera, al estilo predicador, como en El fuego y la palabra o más recientemente en Pozos de Ambición.

En When you were young, rezar no bastaba. En la canción de The killers (mormones ellos) rezar no era suficiente. Ahora que todo está cerca de estallar, uno no sabe ya a lo que agarrarse.

Cosas que me hacen sentir bien: Supersubmarina.
Cosas que me hacen recaer: Rouco Varela.

miércoles, 16 de mayo de 2012

Recordar o vivir

La serie Black Mirror es un derechazo en nuestro rostro, una crítica despiadada a nuestra sociedad a través de relatos futuristas. Es el tercer capítulo el que más sútilmente lo hace a través de la recreación de un mundo donde todo lo que vivimos lo podemos revisionar. Todo queda guardado para poder verlo de nuevo en nuestros ojos o simplemente en televisión. Con todo lo bueno/malo que eso conlleva.

Y no estamos tan alejados. Ahora preferimos grabar más que vivir. El muro, las fotos, la línea de vida, el iphone... Yo soy un adicto a la nostalgia, lo reconozco, celebro cualquier aniversario, repaso lo hecho y vivido constantemente, pero sólo a través de la memoria, quizás porque no haya mucho que grabar, quizás porque nada merece la pena, quizás porque vivo en la prehistoria tecnológica, pero prefiero el recuerdo a la imagen, prefiero el sentimiento a mi rostro en una foto despiadada.

Cosas que me hacen sentir bien: Las series.
Cosas que me hacen recaer: Diego Valderas.

martes, 8 de mayo de 2012

¿Faulkner? UFFFFFF

Si hay orden alfabético en una librería, allá voy a la F a encontrarme con Fitzgerald y sus (pocos) ejemplares expuestos. Y a su lado, Flaubert, Ford o Faulkner. De Faulkner siempre se dice lo complicado de su lectura, así que cuando leí de El villorrio que era su obra más accesible, en ella me adentré.

Y no, no es accesible. Su escritura es brillante, hay pasajes memorables, pero me pierdo entre sus páginas. Hay momentos en los que no sé de lo que está hablando, confundo personajes y situaciones. El costumbrismo queda patente. El mundo rural norteamericano queda muy marcado, pero no es una lectura agradable.


Las páginas pasaban muy lentamente. Por momentos pensé que sería mi pereza, pero ahora que he vuelto a Fitzgerald y que las páginas pasan a toda velocidad, reconozco que no, Faulkner no está hecho (en principio) para mí. Y lo siento, porque sé que no he sabido apreciar un gran relato y un gran personaje.

Cosas que me hacen sentir bien: Coger El País gratis en la Universidad.
Cosas que me hacen recaer: Rodrigo Rato.

viernes, 27 de abril de 2012

1992: Aniversario de mi primer recuerdo

Nos gusta rememorar, somos así, nostálgicos por naturaleza. Yo más. Yo soy adicto a la nostalgia. De ella vivo. Y ahora pienso en el 20 aniversario de mis primeros recuerdos nítidos.

Guerra de Yugoslavia: Aunque originalmente data de 1991, la guerra de Bosnia es del 92. Y es un primer recuerdo trágico. Conocer que el mundo que te espera se basa en gran parte en eso: matarse unos a otros.

Eurocopa de Suecia: Algo más festivo que lo anterior, pero curiosamente relacionado. La UEFA vetó la presencia de Yugoslavia e invitó a Dinamarca, que finalmente ganó aquella Eurocopa. Recuerdo especialmente a Thömas Hassler, mi jugador preferido del momento.

La desintegración de la URSS: La europa del este se desgranaba y no sólo por Yugoslavia. Aún mayor y aún antes, la URSS se convirtió en multitud de estados latentes.

Juegos Olímpicos de Barcelona: También relacionado con lo anterior, porque recuerdo a la CEI como el equipo olímpico que representaba esa amalgama de países. Era raro ver a Bubka vestido de ese verde.

EXPO de Sevilla: Quién me iba a decir que Sevilla sería la ciudad donde mayormente trabajaría (hasta que Wert vino). La EXPO y Curro marcó una época, y el AVE se estrenaba.

Más deporte: Indurain gana su segundo Tour con aquellas tardes de verano imborrables. Pero, sobre todo, no se olvida, el Madrid pierde su primera liga en Tenerife. Aún recuerdo aquel balón que Buyo pretendía salvar de un córner. Primera desilusión futbolística.

Elecciones en EE.UU.: Clinton gana las elecciones a Bush padre. Comienza mi interés por la política y por el despacho oval.

Cosas que me hacen sentir bien: Café Madrid.
Cosas que me hacen recaer: Las tandas de penalies.

viernes, 13 de abril de 2012

De qué hablo cuando hablo de Murakami

Para una vez que hacen un club de lectura de un libro que he leído, no puedo ir. Así que me desquito hablando otra vez del Tokio blues (Norwegian Wood) de Murakami.

A Toru Watanabe la canción de The beatles le llevó a otro momento y otro lugar. A mí, El gran Gatsby me llevó a esta novela. Me la recomendaron precisamente por mi pasión por Fitzgerald, y luego me la regalaron.

Parecía predestinada, y ahora que pienso en su lectura, me lleva a otro tiempo y otro lugar. A Sevilla (como ahora) y a 2008. A la primera vez que di clases, y al acompañamiento de Murakami en aquellos días. Es de esas novelas que crecen en ti con el pasar del tiempo. Aquella historia de amor y muerte, de sexo y desasosiego, de canciones y libros.

Y vamos con mis pasajes preferidos:
−¿Te gusta la soledad? −Apoyó la mejilla sobre la palma de su mano−. ¿Te gusta viajar solo, comer solo, sentarte en las clases solo, apartado de la gente?
−A nadie le gusta la soledad. Pero no me interesa hacer amigos a cualquier precio. No estoy dispuesto a desilusionarme −aclaré.
Con una patilla de las gafas metida en la boca, la chica murmuró
−A nadie le gusta la soledad. Pero detesto que me decepcionen. Si te decides a escribir tu autobiografía, puedes incluir estas líneas.
−Gracias.

Y la relación Murakami- Fitzgerald.
A los 18 años, mi libro favorito era El centauro, de John Updike, pero cuando lo hube releído varias veces, perdió su chispa y cedió la primera posición a El gran Gatsby, de Fitzgerald, obra que continuó encabezando mi lista de favoritos durante mucho tiempo. Tomar El gran Gatsby de la estantería, abrirlo al azar y leer unos párrafos se convirtió en una costumbre, y jamás me decepcionó. No había una página de más. “¡Es una novela extraordinaria!”, pensaba. Me hubiera gustado hacer partícipes a los otros chicos de tal maravilla. Pero a mi alrededor no había nadie que leyera El gran Gatsby. Dudo que lo hubieran apreciado. En 1968 leer El gran Gatsby no llega a ser un acto reaccionario, pero tampoco podía calificarse de encomiable.

Pese a todo, conocí a una persona que había leído El gran Gatsby, y nos hicimos amigos precisamente por ello. […] Nos conocíamos de vista, ya que vivíamos en la misma residencia, hasta que un día en que yo estaba leyendo El gran Gatsby en un rincón solado del comedor. Él se sentó a mi lado y me preguntó qué leía. “El gran Gatsby”, le dije. “¿Es interesante?”, me preguntó. Le respondí que lo había leído tres veces, pero que cuanto más lo releía más párrafos interesantes encontraba. “Un hombre que ha leído tres veces El gran Gatsby bien puede ser mi amigo”.

Cosas que me hacen sentir bien: La contabilidad.
Cosas que me hacen recaer: Recortes en educación (adiós trabajo).

viernes, 23 de marzo de 2012

Teoría del ciclo de vida


C1 – Perversidad: Un extraño magnetismo me tuvo a tu merced. Fue la perversidad, pero no te dabas cuenta. Poco a poco me fui acercando. Te preguntaba por los apuntes de Macroeconomía o por la Teoría del ciclo de vida. Luego tú llegabas con las variables del marketing-mix o con el IDH de Perú. Así es como me sonreíste por primera vez.

C2 – Everest: Aún no entiendo cómo fue, quién sabe por qué, pero te tuve entre mis brazos. Sólo por instantes, acotado, limitado en el tiempo. Te tuve entre mis brazos y olías tan bien. No es suficiente razón. ¿No? Ése fue el mejor momento de los malos momentos. Por ti me sostuve más alto y firme de lo que jamás lo hice y haré.

C3 – Ficción: Te marchaste tan de repente. Como si fuera lo más natural del mundo rehacer la maleta y partir. Sólo comprendí lo que supuso cuando te fuiste, cuando la distancia se volvió a hacer patente. Ahora ya no valía acercarme y pedirte de nuevo los apuntes. Suspendí. Suspendí y con creces.

C4 – Así: Ahora te odio. Me lo digo constantemente. Te odio. Pero no es verdad. Para qué mentir. No te odio. Te anhelo. Te parecerá patético. Escribo como terapia. Emborrono unas cuantas hojas de papel por si en una de esas te marchas definitivamente de mi cabeza. Como si el amor fuera realmente un ciclo y todo terminase.

1.- Perversidad

La primera vez que te vi
No fue todo lo románico que podría esperarse.
Era el primer día de clase.
Perfectamente pudo ser un lunes, seguramente así fue, a eso de las ocho y media,
justo antes de que el profesor de derecho mercantil comenzase a dictar.

Así que no era todo lo romántico que podría esperarse.
Te vi llegar como se ven llegar a las demás.
Mentiría si dijese algo sobre una luz cegadora, sobre una brillantez fuera de lo común.
Mentiría porque no fue así, apareciste como las demás.

Pero luego me di cuenta, poco a poco lo hice,
paulatinamente todos descubrimos que no eras como las demás,
quizás era por la forma de hablar, por aquella respuesta sobre la importancia de la sociedad anónima en la economía actual.

Tú no eras como las demás,
y fue entonces cuando empezamos a comprobarlo,
fue entonces cuando comienzó nuestra historia.


Perversidad
Ahí vas, con tus libros de la escuela,
con tus armas de seducción,
con tu pelo recogido y la mochila a cuestas.

Ahí vas, dejando tras de ti una estela,
de miles de escolares depravados,
que como yo van mostrando sus peticiones deshonestas.


Dolores Haze
No nos dejes caer en la tentación. No esta vez.
Eres como Dolores Haze que nos mata poco a poco.
Ella y su boca y sus labios y su botella de coca-cola lentamente absorbida.
Mientras, se derriten los ojos del observador,
perdemos la coherencia en nuestros actos, no somos lo que se espera de nosotros.

Eres de mínima edad, pero de máxima perversión.
Eres hielo debajo de la bata,
segura de que nosotros, hombres ilusos, hacemos y haremos todo lo que nos pida.
Y llevas razón.
Pintaremos tus uñas, peinaremos tu pelo, soñaremos contigo por siempre y para la eternidad.
No la mires detenidamente. Ya estás perdido.
Caímos en la tentación. Ahora líbranos del mal. Así sea.


El cielo, el cielo
Señales de humo
Señales de humo
Señales de humo
Señales de humo
Señales de humo
Señales de humo
Señales de humo
Señales de humo
Señales de humo

Envío señales de humo, que nacieron de este fuego.
Señales que no supiste recoger, que no quisiste recoger.
Señales que se pierden en el cielo.


Soñé que me querías
Soñé que me querías.
Que de forma anónima anunciabas todas mis virtudes.
Que por temor no te dabas a conocer, pero yo intuía que eras tú.

¿Será uno de esos sueños compartidos?
¿Será uno de esos sueños premonitorios?
¿Me acercaré a ti y me dirás sí, te quiero verdaderamente?


Juego a inventarte
Entre idas y venidas,
ente griteríos por goles marcados, por políticos en guerra,
ante una primavera invernal y un invierno primaveral.
Entre todo eso, pasa el tiempo, y el tiempo pasa, y pasa el…
y aquí seguimos, querida, ni digo nada ni nada callo.

Lo intento sin intentar, y los besos se van perdiendo,
mis caricias se autodedican, las pego en la pared y de la pared no salen.
Ya ni me acuerdo de ti, ya ni te recuerdo,
me condenarán en el infierno, pero necesito lo mejor de ti y olvidar el resto.

Y mientras, juego a inventarte.
A ver, digamos, serás dulce, inteligente, sensible, comprensiva…
No pido tanto si tan poco tengo que entregar,
no pido mucho porque de mi imaginación no sales.


Tu frialdad
Te burlas de mí.
Disfrutas de todo este juego.
Cuando aparezco, te vas; cuando me marcho, vuelves.
Todo para hacer el peor de los daños: el de pensamiento.
Porque calculo y empeoro.
Pienso y me detengo.
Entre mis esperanzas y mis deseos, tu frialdad.


Invadiré Polonia
¿Sabes?
Mataría en este mismo momento si tuviera la certeza de encontrarte así más cerca.
Sé que no me crees, pero dame una oportunidad para demostrarlo.
Dime alguien que te ruborice, alguien que te haga daño.
Le haré sufrir.

Mataré si es necesario.
Yo mismo sufriré si es eso lo que quieres.
Déjame herir a cualquiera que lo merezca.
Qué más puedo evidenciar.
Invadiré Polonia, derrocaré al gobierno de Chile, bombardearé Palestina.
Si es lo que quieres, déjame complacerte.


Retroceso
Exprimo la intensidad de mis palabras al máximo.
Precipito mi melancolía en pequeñas dosis,
un continuo reguero que aún espero que llegue hasta tu secreto.

El miedo me tiene a su merced.
Arriesgo o no arriesgo. Apuesto o no apuesto.
No queriendo cometer errores del pasado, de un triste pasado,
me quedo siempre a las puertas, a tus puertas,
en el umbral de confesarte mis anhelos.

Desgracia para los cobardes. Todo en nuestra contra.
Somos olvidados. Siempre retrocediendo.
Midiendo continuamente los pasos.
Los milímetros juegan un papel demasiado importante en mi camino.
Y esto es amor, no física.
Esto es amor, pero me cuesta decírtelo.


Es mucha la diferencia
Otra vez soñé anoche contigo.
Llegué a notar tu mano en mi mano.
Tu brazo en mi brazo.
Tu cara en mi cara.

Ingrata poesía de la madrugada.
Sólo es un sueño inconexo, ambiguo,
doloroso al despertar,
pues paso de tenerte a no tenerte en sólo un segundo,
y es mucha la diferencia.

Resulta que paso del paraíso sin número a un lunes de octubre,
con altas nubes y bajas esperanzas.
Amenazo hoy con hacerme doler la angustia para ponerme en situación.
Amenazo con amenazar al primero que pase.
Amenazo con despojarme de la realidad y acudir a tus sueños cada noche.
No sé si sonreír por tu recuerdo o destrozar mis anhelos.
Volveré a soñar o caeré muerto.


Pensarás en mí
¿Pensarás en mí como yo ahora pienso en ti?
No, seguro que no, seguro que ni siquiera recuerdas mi nombre.
Pero y si no fuera así.
Y si ahora mismo piensas en mí como yo pienso en ti.
¿Qué pasaría si así fuera y nada hiciésemos para encontrarnos?
¿Cómo sobrevivir sin intentarlo?


Salí a tu encuentro
Salí a tu encuentro, como por casualidad,
esperando en la esquina a que salieras de clase,
ver tus pasos recorrer la acera y buscarte a lo lejos.

Sonríes y te muestras entusiasmada por el azar que nos permite reencontrarnos tras tanto tiempo,
pero si supieras que no es por casualidad,
ojalá supieras que salí a tu encuentro.


La duda
¿Existe esa línea?
Y si existe, ¿cómo detectarla?
O intuirla, o sobrepasarla.
¿Cuándo podré preguntártelo?
Quizás ya haya llegado el momento.
O quizás no. A lo mejor me equivoco, como siempre.
A lo peor estoy en lo correcto, y esperas mi pregunta.

Y siempre la duda acompañando.
El peso de la conciencia se cubre de tus sombras.
Estás matando mis esperanzas.
Escupo las palabras pero se quedan dentro,
me ahogo por no decir nada ni evidenciarlo.
Por qué todo se vuelve del revés cuando te veo asomar.
Por qué todo es tan complejo, tan tristemente difícil.

2.- Everest

Podemos decirlo
Cuál es el momento, si es que existe.
Cuando me ofreciste la mano, ¿ése fue?
O cuando nos besamos por primera vez, ¿o fue a la decimoséptima?

Sinceramente no lo sé, pero qué importa,
qué importa cuándo lo supimos si ya lo sabemos.

Déjame darte la mano por decimoctava vez.
¿Ahora ya sí? ¿Podemos ya decirlo? ¿Me das permiso?
Lo digo, sí, lo digo, aquí queda dicho.


Cuando fuimos campeones
Cuando fuimos campeones, la euforia colectiva nos contagió.
Tomé fuerzas internas.
Me acerqué a ti. Te acercaste.
Te besé. Me besaste.
Fuegos artificiales en el cielo de Glasgow.
Ha pasado el tiempo.
¿Cuándo volveremos a ganar?


Si conocieras la importancia de tus palabras
Si conocieras la importancia de tus palabras, no las pronunciarías tan a la ligera,
no describirías tan alegremente mis virtudes ni adorarías mi forma de ser.

Si conocieras la importancia que tus palabras tienen en mí,
si supieras que son capaces de sostener un día entero de este destierro,
las espaciarías más en el tiempo,
acortarías tu gratitud tan fácilmente repartida.

Llevo tus palabras en cada instante de indecoroso desengaño,
en cada segundo de lluvia sobre mis hombros.
Tus palabras sobrevuelan el rumor de la ciudad
y sobreviven a cada ruido funesto que las atacan.

Si conocieras el poder de tus palabras, querida,
no te extrañaría tanto que me hubiera enamorado.


Ordenado
Anda el mundo tan desordenado, ¿cómo tú y yo vamos a salvarlo?
Empezando desde cero: años, décadas, siglos tardaríamos.
Sonríes, acercas tus labios hasta mi mejilla y susurras que se puede.
Entonces sí, claro que es posible.


Millás
Me alegra saber que no eres como tantas otras,
como aquellas chicas que ven el televisor como recurso a la pereza, no como ellas,
pero tampoco como aquéllas que leen la poesía completa de Sylvia Plath mientras oyen a Nirvana,
no como las que creen en el punk como única forma de vida.

Me gusta tu término medio,
me gusta que puedas decir que te gusta Coldplay más que otro grupo indie,
pero que tampoco te dejas llevar por la superficialidad de cualquier best seller mediocre.
Sí, lo reconozco, me gusta que te guste Millás.


Hoy me siento importante bajo las flores
Hoy me siento importante bajo las flores.
Así como ayer me sentía incómodo, hoy todo es diferente.
Allí estás y las flores palidecen a tu paso.
Falsamente disimulo y de pronto miraba.
Lloro porque creo que no volveré a verte así.
Hoy me siento importante bajo las flores.


Las chicas en chándal
Imagina, ha llegado el fin del mundo, ha llegado el Apocalipsis pero yo puedo salvarte, y puedo salvar a otra mucha gente.
¿A quién? ¿A quiénes?
A las chicas los domingos por la mañana,
a esas chicas en chándal que pasean al perro,
o que pasean por pasear, que compran el periódico y el pan y vuelven a casa,
a las chicas en chándal y a ti, por supuesto, a ti primero,
pero a las chicas en chándal también.

Y tú, ¿a quién salvarías?
¿Me salvarías a mí?
A los chicos, a los chicos con camisetas de The who.
A mí primero, me salvarías a mí.
Sí, a mí primero, lo noto en tu sonrisa, en tus ojos, a mí primero.

Pues ha llegado el fin del mundo.
¿No te has dado cuenta? Mira la televisión.
Ha llegado el fin del mundo. Ha llegado el Apocalipsis.
Por fin.
Es momento de actuar. Por fin llegó el Apocalipsis.
Ahora ya no hay marcha atrás, ahora ya puedo decirlo, ya nada importa, te quiero.


Tus poemas
Me gustan tus poemas porque los entiendo,
porque sé lo que quieres decir y no te escondes en palabras y formas complejas.

Me gustan tus poemas porque no lo parecen,
porque apenas en unas cuantas líneas sabes lo que decir y siempre tan bello.

Me gustan tus poemas porque hablan de ti,
de ti y del campo, de ti y de todos los paisajes que te rodean.

Me gustan tus poemas porque siempre hablan de ti, y algunas veces me incluyes.
Me gustas cuando hablas de mí.


Nueva modalidad de deporte
Nueva modalidad de deporte, querida.
Si antes ya hice notar mi terrible afición a verte dormir,
ahora mi nueva pasión es verte despertar.

Aturdida, desorientada, con el pelo deslizándose por la almohada,
aprovecho ese momento para declararme, preguntarte, suplicarte.
Y tú, con esos ojillos desconcertados, semiabiertos,
confundiéndome con sueños extraños donde tú respondes como princesa
y yo como príncipe, héroe, villano o bufón de la corte,
pero siempre en perpetua declaración de amor.

Poco a poco despiertas a este mundo que no te merece,
a la lluvia, la guerra, la desolación.
Ya abres los ojos.
Sigamos escondidos aquí hasta la eternidad.
Sigamos jugando a este nuevo deporte.


Quererte hoy tras quererte ayer
Un mismo instante en dos momentos de tiempo distintos.
¿Es tanto el esfuerzo?
Todo ha seguido igual ante cada segundo.
El mismo sentimiento vuelve cuando el reencuentro es efectivo.

Y vuelve a amanecer, y seguimos aquí.
Y volverá a llover, y vendrán tormentas, tempestades y huracanes.
Da igual, nosotros permanecemos en este mismo lugar, pertenecemos a él.
Somos su agua, somos su tierra.


Nuevos zapatos, diferencias que nos separan
Sentado en mi monopatín te espero.
Qué imagen más triste del desolado.
Aburrido, abatido, me dicen. Agotado, respondo.
¿El esfuerzo físico, el deporte como forma de evadirse?
No, no señor, llevo esperándola tres cuartos de hora.
Vamos de paseo: yo en mi monopatín, ella en sus zapatos nuevos.


Sincera
Me sorprende verte gemir tan desaforadamente.
Noto tu exageración en cada ocasión que me acerco a tu cara.
Dices que no es así, pero me desespera no sentirte sincera entre mis piernas.


Tú y los demás en el Apocalipsis
¿Qué hago vivo si todos están enfermos?
Si mi misión es salvaros, ¿cómo hacerlo?
¿Quién me salvará a mí, entonces?
Si todos están enfermos, qué hago mirándote caer, sólo a ti,
todo para ti mientras los demás padecen y se dejan caer doblemente.

Yo quiero ser tú,
quiero que me cuides porque francamente lo harías mejor de lo que yo lo estoy haciendo.
Pero ahora es imposible.
Todos me miran mal cuando cada vaso de agua es para ti.
Pero qué importan los demás cuando tú estás en peligro.


Everest
El viento asoma en nuestra piel como el vino en nuestras gargantas.
Me veo reflejado en tus gafas de sol, dominador de la playa que nos rodea.
Siempre bajo tu atenta mirada, dibujo un beso con mis dedos en tus labios.

Te veo apurar el último segundo del verano como si posteriormente nada quedara.
Se pierde el viento, la arena, el agua, el vino…
Y tú tan lejos, como si septiembre fuera un lugar y no una fecha.
Como si septiembre fuera el Everest, tú allí tan alta y yo aquí tan abajo, mirando, deseando tu regreso, o la llegada del próximo verano.


Todo es tan difícil
La lluvia de cenizas de una instalación biomecánica.
Cadáveres sobre el río de lava escupida anteanoche.
La desolación de un escenario vacío tras tres días de fiesta.
Las frutas esparcidas en el camino de vuelta a casa.
La complejidad de un número elevado a la undécima potencia.
La indisoluble sensación de tragedia ante cada sonrisa envuelta en alcohol.
Todo es tan difícil, incluso quererte.


Noche de tormenta
Necesito un lugar donde ir, fuera de todo este desconcierto,
fuera de todo mi desconcierto, un lugar donde dormir.
Necesito un lugar en el que no estés, sólo por un tiempo,
sólo hasta que pueda distinguir claramente el silencio de mis latidos.

Necesito un lugar donde no sienta la mirada opresiva del viejo caballero,
donde no estés tú como remedio,
donde pueda perder los segundos sin tener que rendir cuentas a nadie,
sin tener que repartirlos entre tanta gente que odio.

Me gustaría estar debajo de un gran árbol en una noche de tormenta,
sostener aquella chapa de metal y poder gritar ante la primera descarga.
Y cuando esté cerca de morir definitivamente,
correría hacia vosotros y os pediría ayuda, correría hasta decir basta,
correría pidiendo perdón por todo lo dicho, pidiendo sangre a mis arterias, impulso a mi cerebro.

Sólo entonces pediré ayuda,
pero ahora, ahora que todo está en calma, cuando está aparentemente en calma,
déjame llorar sin tener que dar argumentos,
déjame llorar mientras suena esa canción,
déjame llorar hasta que termine.

3.- Ficción


Dejarnos llevar
No nos queda tiempo ni para odiarnos.
Idas y venidas a ningún lugar,
simulando un ajetreo que impida vernos,
temiendo que si lo hacemos,
todo se irá definitivamente al traste.

¿Y por qué no hacerlo?
¿Por qué no dejarnos llevar?
Si ése parece ser nuestro destino, ¿por qué demorarlo?
Con lo sencillo que es no quererse,
nosotros hacemos de eso un problema.


Qué eterna es la espera mientras te vistes
Qué eterna es la espera mientras te vistes.
No es de esas veces en la que te espero ya vestido mientras tú lo haces,
porque no te espero, te vas y lo haces sola y lo haces definitivamente.

Es mayor la espera tras otra discusión,
en la que estabas con el pijama de rombos que tanto me gustaba
y que ahora yace muerto en el sofá, sin cuerpo, sin ser vivo que lo habite,
pero como único recuerdo que me lleva ahora mismo hacia ti.

No es de esas veces que te vistes
y yo me acerco mientras lo haces
y te ayudo con el sujetador o con la cremallera del vestido,
o simplemente me acerco mientras te vistes y observo y tú te dejas ver.

No es de esas veces.
Ahora ya no es de esas veces.
Estoy sentado como siempre pero esperando el portazo que anuncie tu marcha.
Qué eterna es la espera mientras te vistes.


Rendirnos
Justo sin pretenderlo, acaba uno en medio de la acción.
Ni avanzar, ni dar media vuelta atrás se puede.
Atrapado por la vorágine del terror,
hay momentos en los que es mejor levantar los brazos y rendirse ante lo evidente.


Presenciar la derrota
He vuelto a no ganar,
que es una manera menos dramática de decir que he vuelto a perder.
Creí que esta vez podría ser, ingenuamente lo creí.
Pero parece evidente que la gloria no me está destinada.

Fíjate en la forma de caer de rodillas ante tus silencios.
Fíjate en la manera de despojarme de la serenidad ante una situación ya vivida.
Ligeramente sale el sol como consuelo,
pero poco más queda por hacer que esperar y presenciar la derrota.


Ella es cruel, pero es ella
Tu vestido rosa, tu traje de domingo, tu lazo en el pelo.
La sonrisa de una santa, los zapatos de terciopelo, calcetines blancos,
falda desorientada, ojos color piedad, guantes a juego…

Y tú sonríes, esperando mi llegada, pie levantado,
zancadilla dispuesta, tan cruel como siempre,
esperando mi caída al llamarme para jugar.


Deficientemente te quiero
Me enfrento a una dura prueba cada día.
Verte y no amarte.
Por ahora suspendo mi tarea.
Suspendo y con creces.
Deficientemente te quiero.


Enfermos
Enfermos de felicidad,
nos empeñamos en que nada pasara,
justo hasta anteayer,
que sanamos definitivamente.

Ahora la sensación es de impotencia,
ahora no podemos hacer nada,
rendirnos a la adversidad,
como castigo de nuestra pereza acordada.

Los labios no se acercan,
los labios se diluyen en miles de millones de segundos de castidad impostada.
¿Cuándo volver a enfermar?
¿Por qué no contagiarnos ahora?


Te creo ver tantas veces
Te creo ver tantas veces.
Allá a lo lejos, o cerca, a mi espalda.
Sentada en el parque o tocando en boulevard.

Te creo ver tantas veces.
En ocasiones el tiempo me demuestra que no eras tú,
pero otras tantas veces me quedo en la incertidumbre.

Suelo cruzar vías, cambiar mi destino, escalar pisos o adentrarme en autobuses desconocidos cuando te creo ver.
Te veo tantas veces que la frustración me mata.
Y entonces me imagino en la posición contraria.
Esperando oír mi nombre y encontrarte sonriendo, sorprendida,
recordando aquellos tiempos en los que no hacía falta buscarte.


Denominaciones
Lo que sentimos, ¿cómo se llama?
Amor, desamor, amistad, admiración, intriga, confianza.
El lenguaje pierde su forma. La realidad la supera.
¿Yo qué soy? Un amigo, un amante.
Un derrotado más. Un nombre más a tu lista.
Yo qué soy, qué merezco.


Paciencia
Aunque dijiste que no, yo seguí insistiendo.
Aunque gritas que no, yo sigo insistiendo
Aunque jures que no, yo seguiré insistiendo.
A pesar de la distancia, yo continuo insistiendo,
hasta que no logre un sí, seguiré imperfecto,
nada es completo hasta un segundo después de tu confirmación.

Aunque sigues con un no, yo sigo preguntando
Aunque llamaste a otro por error, yo sigo confiando que,
por más que pasen por tu piel, por más que lloren ante tu altar,
yo te merezco, creo que te merezco.
Seguiré aquí hasta el fin del mundo, y mil horas después, seguiré insistiendo.


Lo que puede llegar a hacer el deseo
Lo que puede llegar a hacer el deseo.
Acorta la distancia y desvirtúa la realidad.
Hoy te he encontrado en tres personas.
Te vi en la piel blanca de la primera.
Te observé en la lectura desaforada de la segunda.
Me recreé en la mirada perdida lanzada en el atardecer de la tercera.

Eras tú aunque no te dieras cuenta.
Te puedo ver en cualquier instante.
Ésa es mi virtud y mi defecto.
Porque puedo apreciarte a todas horas, pero no puedo beberte, acariciarte, susurrarte en el instante.
Lo que puede llegar a hacer el deseo, quererte más cuanto más lejos te tengo.


Olvidar
A veces, al dormir, el deseo es irremediable.
Olvidarla es lo más cercano al descanso.
Pero al despertar, aún permanece en tu cabeza.
Está ausente pero la sientes más cerca, y cuando estuvo cerca físicamente es cuando más ausente se sentía.
Extraña condición ésta.

Ya estamos cansados de esta velocidad.
Ahora la sensación de hastío es inevitable.
Sin él, sin ella, ni con él ni con ella, ni hoy, mañana o nunca.
Parecemos marcados para la dependencia instantánea, no eterna.
Y nada perdura. Nunca nada lo ha hecho.


Asesinando a la belleza, huérfanos por dentro
Quisimos ser eternamente bellos, y en la indefinición nos perdimos.
Confundieron nuestros deseos.
Somos eternos, sin más.
Y el tiempo nos abrasa a su paso.
Lo que parece importar es lo que muere primero.
Me di cuenta tarde, pues ya no quedaba belleza ni en mi rostro ni en mi mirada.
Muerto también por dentro, aprendí la lección:
Ahora simplemente quiero ser eternamente eterno.


La fotografía
No sé exactamente si eres real o pura imaginación,
sólo sé que me apetece estar en ese lugar y a tu lado justo en este instante,
quizás en cualquier instante, quizás para toda la vida.

Resulta que la imaginación me juega una mala pasada y eres sólo imagen,
no carne, no arena, no agua.
Pero tu recuerdo persiste.
Allí estaré cuando así lo necesite.
Espero que tú también.


Vosotras no sois como ella
Vosotras no sois como ella.
Podéis pareceros con esa forma de vestir tan irregular,
con el pelo ondulado e incierto,
pero no sois como ella.

Podéis imitar su acento, acelerar la sonrisa y caminar como ella hace,
podéis adularme, acercaros y susurrar eternas palabras de amor.
Podéis hacerlo y yo caeré en vuestra tentación,
e incluso os diré que sois únicas y mejores que nadie,
pero no sois como ella.


Ficción
Anoche traté de recordar los buenos momentos contigo.
Pero al final siempre acabo viéndote marchar.

Tuve que recurrir a la ficción para así hacerte anhelante de mis besos,
te hice dependiente de mis abrazos,
vi en tus ojos el rubor del que se siente observado.

Dime por qué tengo que recurrir a la imaginación para que me quieras.


Pareces tú la que caminas

Pareces tú la que caminas en dirección contraria a la mía.
Apareces tú a apenas un metro de mis ojos.
No encuentro respuesta a mi mirada inquisitiva.
Ya estás tan lejos que no surten efecto mis gritos.
Parecías tú la que caminabas.
¿Eras tú?

4.- Así


Mi realidad
Ya hace un año. ¿O fue ayer?
Suena nuestra canción y es verdad, fue ya hace un año.
¿Cómo pudo pasar así el tiempo?
Sin motivo para el encuentro, sin la oportunidad de vernos,
fue hace un año pero parece ayer.
No sé si a ti te lo parece.
Puede incluso que haya sido el mejor año de tu vida,
y yo aquí reprochándonoslo, y yo aquí llorando, y puede que haya sido tu año.
Si así fuera, qué hacer.
De nada servirá decirte que te echo tanto de menos.


Tras tu marcha
Me dediqué, tras tu marcha, a ahorrar mis discursos poéticos,
a enjuagar mis pensamientos impuros en agua bendita,
a encontrar mi verdadero lugar en las canciones tristes de época.

Y tras este sucio párrafo, de falsa tristeza, te digo la verdad:
me emborraché hasta que vomité tu último recuerdo,
hasta que ya no queda ni una molécula de ti en mi vientre.

Desde la sinceridad, escribo con la bilis,
para olvidarte y recordarte en el mismo momento.


Llovía
Hago desaparecer las gotas de lluvia señaladas en la ventana,
para que así definitivamente nada me recuerde a ti.


La frustración
Toda esta frustración se revierte en busca de letras,
músicas, imágenes pretenciosamente creadas por mí.
A veces siento que mi frustración traerá grandes resultados,
como si del dolor naciera la belleza.


Escribo poemas muertos
Escribo poemas que hablan de ti.
Escribo poemas muertos, poemas que nacen ya sin vida.
Un parto largo y doloroso, que no responden ante mis palmadas en su cuerpo.
Y me tienen rencor porque los desprecio, y qué voy hacer si no puedo quererlos.

Mis poemas sangran en forma de tinta.
Sangre de mil ausencias, de mil distancias desde tus ojos hasta aquí.
Mis poemas hablan de tu pelo en forma de suspiro,
de lo injusto que es pedirte tanto sin poder dar nada a cambio,
sólo unos tristes versos.

Mis poemas te hablan en diferido,
desde tu tiempo hasta mi tiempo,
desde la distancia hasta tus momentos.
Mis poemas están cansados de ser la pared sobre la que recaen mis secretos.

Y no son más que versos, pero detrás de ellos te siento,
y duelen tus recuerdos en mis letras,
duelen tus miradas tras unos simples trazos en blanco y negro.
Mis poemas lloran, como llora la mano que los sustenta.


Me quedo conforme
Sólo espero que, al final, todo esto te merezca la pena.
La tortura, el sacrificio, la bala extraída y vuelta a disparar sobre mi pecho.
Sólo espero que te divierta, querida.
Porque si así fuera, me quedo conforme.


Llámame febrero
El frío que demuestro es la respuesta a los aires que de ti recibo.


Poetas que murieron de arrodillarse a tu lado
La moral, concisa moral que atormenta los miedos.
Escupo tu nombre con espuma.
La rabia ha detectado en mí su cuerpo ideal.
Ojos que ven, corazón que muere.

He besado cada una de tus lágrimas.
Sabor amargo.
Amarga hasta consumir mis entrañas.
Consolar sin ser consolado.
Ser mordido sin poder gritar a cambio.

Y cierro mis ojos.
Aprieto con fuerza.
Y veo líneas, círculos y figuras de colores.
Eso debe ser el arrepentimiento que toma forma de iluminación.


Intentos
Con ganas de hacer mil cosas pero sin realizar esfuerzos.
Con ganas de soñar la realidad pero sin la vitalidad propia del momento.
Aparezco consumido por la mañana y consumido anochezco.
Huesos y más huesos en perfecto coordinación,
pero sin alma ni conductor que guíen los pies moribundos.


Si me vieras ahora
Si me vieras ahora.
He cambiado, de verdad que lo he hecho.
Ahora visto a la moda, con chaleco, camisa y americana; con pantalones de colores; con zapatillas a juego.
Cambié aquellas gafas que tan poco te gustaban,
que cuando me besabas te molestaban en la cara.

Si me vieras ahora.
Escucho a Arcade fire y también los primeros discos de los Beatles que tanto te encantaban.
Ahora me fascinan las películas de Godard, ya las entiendo.
Y Truffaut y todos esos directores franceses y también los del “free cinema”.

Si me vieras ahora,
si lo hicieras de nuevo,
quizás volverías a quererme.


¿Qué más podría no pasarme?
¿Qué más podría no pasarme?
No me invitaron a la fiesta, aquélla en la que te besaron.
No fui yo, por tanto, quien lo hizo,
tampoco el que te llama constantemente sin temor a una mala respuesta.
En contrapartida, no soy yo quien recibe tus llamadas,
ni quien te llevó al cine y luego a cenar.
No fui yo quien te dejó en las escaleras de casa.

¿Qué más podría no pasarme?
Nadie vino a visitarme en el parque,
nadie se acercó por curiosidad cuando me vieron allí tirado.
No pasará la muerte acechando, ni siquiera el dolor me visita.
Parece que viviré para siempre como estoy viviendo ahora,
viviré con vuestra indiferencia y no habrá manera de terminar con ello.
¿Quién quiere la eternidad, entonces?


El pasado
Defraudé a tantas.
La noticia circuló.
Me viste anoche.
Huiste incluso hasta llegar a correr.


Rezar
Me sitúo ante la botella como el que reza a su dios,
encontrando en ella significado a mi existencia.
Hay quien diserta, hay quien se rebela, hay quien lucha, hay quien se deja llevar.
Nosotros, botella y yo, nos besamos mientras.


No soy yo quien escribe
No soy yo quien ahora mismo escribe.
Es el dolor y la desolación la que me dicta sus órdenes.

Es verte sonreír sabiéndote enamorada.
Verte susurrar al oído, a otro oído, y reflejarlo, porque así me lo piden.
Escribir lo que viera, verte primero para morir después en cada letra.
¿Esto no lo podría hacer otro?
¿No podría sufrir por mí?


Donde yo habito
Con todo lo que he vivido, ya he aprendido a adorar la tristeza.
Me gusta este silencio,
me gusta la oscuridad del salón cada noche que llego,
me gusta que nadie habite donde yo habito,
que nadie llame al teléfono por sorpresa.
Con todo lo que he sufrido, ya he aprendido a vivir sin ti.


Y si muriera ahora
Y si muriera ahora.
Todo el mundo se lo ha preguntado alguna vez, pero y si yo muriera ahora.
Qué quedaría de mí si muriera ahora.
Cenizas. ¿Sólo cenizas?
O me uniría a la tierra y alguna flor crecería a mi alrededor. ¿Nada más?
Ni un solo recuerdo en ti, nada para la posteridad.
Ni una lágrima en tu mejilla que manifieste emoción.
Ni siquiera pareces querer enterarte.
Tu rostro imperturbable ante mi ocaso.


Otra noche por delante
Otra vez la noche por delante.
Otra vez dormir como redención.
¿Para qué? Para luego no encontrar nada en la mañana.
No hay nada cuando amanece. ¿Cómo pretender que aprecie la noche?
¿Cómo desear que llegue un nuevo día?
Por mucha luz que haya, por pocas que sean las nubes, por mucho que las olas vayan a llegar nítidas a mis pies.
Para qué desear que amanezca si no saldré de entre las sábanas.


La oscuridad que acecha
Soy la sombra que te persigue, la oscuridad que acecha.
Soy el callejón sin salida al que te enfrentas en la escapada.
Soy mil veces el ladrón que merodea, el descampado y su chatarra.
Soy cada piedra en el camino, cada instante perdido, cada llanto en la noche.
Soy todo eso como represalia o consecuencia.
Soy yo tu sombra y tu oscuridad, tu deshonor y despecho.
Soy todos los rumores que circulan sobre ti.
Sobre ti y la nada, sobre ti y nuestro adiós.


Así
Como la lluvia al caer sobre cientos de cadáveres amontonados.
Como los ojos desolados de un niño ante la cometa en el suelo.
Como la memoria de un borracho en sus últimas horas de vida.
Como Vietnam ante una fila interminable de helicópteros.
Como el ring con un campeón desplomado.
Que cómo me siento, ¿por qué preguntaste?

viernes, 2 de marzo de 2012

Los resortes del humor

Es muy fácil reescribir una mala comedia: yo quitaría esto, yo pondría aquello. Pero a la hora de enfrentarte al papel en blanco y la comedia como fondo, sólo oyes las risas de desprecio. Es muy difícil escribir una buena comedia, es muy difícil empezar de la nada, se necesitan de referentes sobre los que basar el humor.

Óxido nitroso es un programa de Canal+ en el que Dani Rovira analiza los resortes de la comedia norteamericana (Saturday night live, Portlandia, Funny or die) y de la comedia británica (Little Britain, El show de Katy Brand). Programas referentes en la actualidad que sirven para hacernos reír pero también para hacernos reflexionar sobre el tipo de sociedad que hemos construido.





















Hubo una época en la que me dio por escribir sketches. No estaban mal, pero creo que la comedia exige posicionarse: Woody Allen con la neurosis, Muchachada Nui con los frikis. La cuestión es elegir.

Cosas que me hacen sentir bien: Canal+.
Cosas que me hacen recaer: Las personas que se ponen en mitad del pasillo del autobús impidiendo el paso y dejando el fondo completamente vacío.

viernes, 17 de febrero de 2012

Teoría y práctica

Si la vida fuese una ciencia, si pudiésemos aplicar la teoría y todo saliese bien. Si con apenas unos principios te valieses para conseguir lo que quieres. Pero no, de la teoría a la práctica hay un gran trecho. Aquí dos escenas memorables que lo analizan:

Lo que se dice y lo que se piensa
Dejemos las cosas claras. No hablemos del tiempo, ni de la rutina de los días. Por qué no ahorramos toda esa charlatanería en demostrar lo que verdaderamente nos importa.



Lo esperado y lo real
Si la vida fuese como la imaginamos. ¿Por qué costará tanto? ¿Por qué es tan difícil lograr una pequeña recompensa? Todos pensamos en Zooey Deschanel, pero nunca nos hace caso.



Cosas que me hacen sentir bien: Las magdalenas con una pastilla de chocolate dentro.
Cosas que me hacen recaer: Los besos en las estaciones.

viernes, 3 de febrero de 2012

Cantar a la tristeza

"Y nadie sabe por qué un día el amor nace, ni sabe nadie por qué muere el amor un día, es que nadie nace sabiendo, nace sabiendo, que morir, también es ley de vida."
Sanar, de Jorge Drexler

"no fui yo quien dejó morir las rosas"
Requiem, de Deluxe.


"háblame de la ilusión que te quité, de las cosas que no te he dejado hacer"
Devolverte, de Jero Romero

Puede que sea una falsa impresión, pero hay discos que desprenden una halo de tristeza enorme. Me pasó con Doce segundos de oscuridad, donde las letras de Drexler manifestaban dolor y ruptura. Me pasó con Fin de un viaje infinito, donde las letras de Xoel muestran deseperanza.

Y me pasa con Cabeza de león, de Jero Romero. Sin ser un fanático de The sunday drivers, este disco me ha sorprendido, me ha fascinado, me ha entusiasmado. Deben ser sus letras, con la tristeza por bandera, y eso es droga para los que somos melancólicos por naturaleza.



Cosas que me hacen sentir bien: Virginia Díaz.
Cosas que me hacen recaer: Los blogs de moda.

jueves, 26 de enero de 2012

Escribir en Hollywood

"La gente no sabe que alguien escribe las películas: se cree que los actores las van haciendo sobre la marcha" El crepúsculo de los dioses

Dicen que Hollywood devora a los escritores (Faulkner, Fitzgerald, Capote, Chandler, Hammett). También en la ficción. Hay está Barton Fink, ese héroe de Broadway que los Coen concibieron. Barton se marchó a Hollywood con la promesa de una mayor realización. Pero pronto se vio inmerson en una locura desatada dentro de ese hotel fantasmagórico, con Steve Buscemi como botones, con John Goodman como vecino de habitación, con Michael Lerner con mandamás de la productora, con Judy Davis como amante y mujer del escritor borracho John Mahoney (Faulkner encubierto). Barton se ve incapacitado para abordar su primer proyecto en Hollywood. Una película de lucha libre de serie B.

En Episodes, una pareja de guionistas británicos, multipremiados en su país, son invitados a Hollywood para escribir un remake americano. Al contrario que Barton Fink, ellos cuentan con todo lujo de detalles: mansión, vehículo de lujo, productora de lujo y... Matt LeBlanc como protagonista impuesto. Ahí comienzan sus problemas. Episodes es otro estilo de comedia, menos surrealista, peor igualmente incisiva sobre todo ese mundo podrido y hortera de Hollywood, cargando contra ella sin el menor reparo.




Cosas que me hacen sentir bien: Flutox.
Cosas que me hacen recaer: Desenfriol.

jueves, 19 de enero de 2012

Literatura desesperada

Bolaño escribe por acumulación, por desgaste. 2666 y Los detectives salvajes son muestra de ello, dos monedas de una misma moneda.

“Hay una literatura para cuando estás desesperado” dice Joaquín Font en Los detectives salvajes. Se trata del personaje más interesante, de los muchos que tiene la novela, además de los dos protagonistas al que seguimos la pista. Y como todo lo que hay por acumulación, algunas cosas te gustan más y otras menos.

En 2666 es igual. Cinco libros en uno. Bolaño desgasta, erosiona página a página. No es una literatura de altos vuelos, no hay demasiados pasajes brillantes, todo es desolador, como el paisaje de México que tan bien presenta.

"Ahora una sonrisa inspira desconfianza. Antes, si eras vendedor y entrabas en algún sitio, lo mejor era hacerlo con una gran sonrisa. Lo mismo si eras camarero que ejecutivo, secretaria, médico guionista o jardinero (…) Ahora sabemos que detrás de una sonrisa puede ocultarse tu peor enemigo. O, dicho de otro modo, ya no confiamos en nadie, empezando por los que sonríen, pues sabemos que éstos intentan conseguir algo de ti.

Sin embargo, la televisión americana está llena de sonrisas y de dentaduras cada vez más perfectas. ¿Quieren que depositemos nuestra confianza en ellos? No. ¿Quieren hacernos creer que son buenas personas, incapaces de hacer daño a nadie? Tampoco. En realidad no quieren nada de nosotros. Sólo quieren enseñarnos sus dentaduras, sus sonrisas, sin pedirnos nada a cambio salvo nuestra admiración. Admiración. Quieren que los miremos, eso es todo. Sus dentaduras perfectas, sus cuerpos perfectos, sus modales perfectos, como si ellos se estuvieran permanentemente desgajando del sol y fueran trozos de fuego, pedazos de infierno ardiente, cuya presencia en este planeta únicamente obedece la necesidad de pleitesía."


Extraído de
2666
de Roberto Bolaño.

Cosas que me hacen sentir bien: Mirotic
Cosas que me hacen recaer: El tren Media Distancia

lunes, 2 de enero de 2012

Tremé y los personajes (II)

David Simon consigue humanizar a todas sus creaciones. Nos vemos reflejados en todos ellos. Empiezo con el Creighton Bernette del inmenso (en todos los sentidos) John Goodman, uno de los mejores actores en uno de los mejores personajes creados para TV. Muestra la desolación de un hombre ante un fracaso institucional. Nueva Orleans se ha ido a pique y a nadie parece importarle. Su familia trata de sobrevivir en la 2ª temporada: Melissa Leo (enorme actriz) e India Ennenga (Sofia en la serie), ésta última creando a una adolescente brillante que es llevada por el fracaso de todos, al estilo de la 4ª temporada de The Wire.



El puesto de honor de mejor personaje de la 2ª temporada se lo lleva el Davis de Steve Zahn, el más divertido, socarrón, con el alma de la ciudad a cuestas, saca brillantemente un grupo que después del éxito le deja tirado. El eterno secundario lo seguirá siendo, pero en el camino se lleva a la chica, a Lucia Micarelli (Annie), dulce, sensible, capaz de salir adelante tras el fracaso con Michiel Huisman (Sonny), el holandés errante que trata de rehabilitarse al estilo Bubbles en The Wire.



Huisman se suma a la nueva banda de Batiste (Wendell Pierce), que a la vez encuentra trabajo en la escuela como apoyo musical (qué le gusta a Simon hincar el diente en la educación). El otro hombre de The Wire, Clarke Peters (Albert Lambreaux) graba un disco con su hijo mezclando jazz y raíces indias. Y quedan dos chicas, Khandi Alexander, que sufre en sus propias carnes la violencia de Nueva Orleans y la fascinante Kim Dickens que triunfa en Nueva York como cocinera, pero que no puede desprenderse de sus raíces.

Y los nuevos para terminar. Simon utiliza el personaje de Jon Seda para denunciar el despropósito de la reconstrucción, con contratos a dedo, sobrevalorados. Donde hay un desastre, hay un negocio. Y no es que su personaje sea un tipo malvado de chaqueta y corbata, es un tipo que ve la oportunidad y saca ventaja. Y David Morse, con su traspaso a homicidios, es el McNulty de Tremé, denunciando las tropelías que se han hecho desde la policía.

Tremé es la serie. Simon es el hombre.