─No es para mí; no estoy hecho para eso. La viuda es buena para mí y cariñosa, pero no puedo aguantarla. Me hace levantar a la misma hora justa todas las mañanas; hace que me laven, me peinen y cepillen hasta sacarme chispas; no me deja dormir en el cobertizo de la leña; tengo que llevar es condenada ropa que me estrangula, Tom: parece que no me deja entrar el aire, y es tan condenadamente fina que no puedo sentarme, ni tumbarse ni echarme a rodar; hace ya… años, parece, que no me he dejado resbalar por la entrada de un sótano; tengo que ir a la iglesia, y sudar y sudar; ¡no resisto aquellos sermones! Allí no puedo cazar una mosca ni mascar tabaco, y todo el domingo tengo que llevar puestos los zapatos. La viuda come a toque de campana, se acuesta a toque de campana, se levanta a toque de campana…; todo se hace con un orden tan atroz que no hay nacido que lo resista.
─Pues mira, Huck, todo el mundo vive así.
─Eso no cambia nada, Tom. Yo no soy todo el mundo y no puedo con ello. Es horrible estar atado así. Y la comida, le viene a uno demasiado fácilmente: ya no me tira el alimento. Tengo que pedir permiso para ir a pescar, y para ir a nadar, y7 hasta para toser. Además, tengo que hablar tan por lo fino que se me quitan las ganas de abrir el pico; y todos los días tengo que subirme al desván a jugar un rato, para quitarme el mal gusto de la boca, y si no me moriría, Tom. La viuda no me deja fumar ni dar gritos; no me deja quedarme con la boca abierta, ni estirarme, ni que me rasque delante de la gente […] Y, ¡maldita sea mi suerte!, ¡no para de rezar todo el tiempo! Tenía que largarme, Tom; no había otro remedio. Y además iba a empezar la escuela, y yo tenía que ir; y eso no puedo sufrirlo. Mira, Tom: ser rico no es lo que se dice por ahí. No es más que reventarse y reventarse, y sudar y más sudar, y querer uno morirse cuanto antes. En cambio, esta ropa es de mi gusto y esta barrica es de mi gusto, y no estoy por dejarlas.
Páginas: 56
Libro de referencia: Las aventuras de Tom Sawyer, de Mark Twain.
Canción de referencia: Sexy, sexy, sexy, de Julio de la Rosa.
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