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El puesto de honor de mejor personaje de la 2ª temporada se lo lleva el Davis de Steve Zahn, el más divertido, socarrón, con el alma de la ciudad a cuestas, saca brillantemente un grupo que después del éxito le deja tirado. El eterno secundario lo seguirá siendo, pero en el camino se lleva a la chica, a Lucia Micarelli (Annie), dulce, sensible, capaz de salir adelante tras el fracaso con Michiel Huisman (Sonny), el holandés errante que trata de rehabilitarse al estilo Bubbles en The Wire.
Huisman se suma a la nueva banda de Batiste (Wendell Pierce), que a la vez encuentra trabajo en la escuela como apoyo musical (qué le gusta a Simon hincar el diente en la educación). El otro hombre de The Wire, Clarke Peters (Albert Lambreaux) graba un disco con su hijo mezclando jazz y raíces indias. Y quedan dos chicas, Khandi Alexander, que sufre en sus propias carnes la violencia de Nueva Orleans y la fascinante Kim Dickens que triunfa en Nueva York como cocinera, pero que no puede desprenderse de sus raíces.
Y los nuevos para terminar. Simon utiliza el personaje de Jon Seda para denunciar el despropósito de la reconstrucción, con contratos a dedo, sobrevalorados. Donde hay un desastre, hay un negocio. Y no es que su personaje sea un tipo malvado de chaqueta y corbata, es un tipo que ve la oportunidad y saca ventaja. Y David Morse, con su traspaso a homicidios, es el McNulty de Tremé, denunciando las tropelías que se han hecho desde la policía.
Tremé es la serie. Simon es el hombre.
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