Teoría del ciclo de vida

Teoría del ciclo de vida es un conjunto de relatos, dividido en cuatro partes más una intro:
1.- Perversidad 2.- Everest 3.- Ficción 4.- Así

viernes, 13 de abril de 2012

De qué hablo cuando hablo de Murakami

Para una vez que hacen un club de lectura de un libro que he leído, no puedo ir. Así que me desquito hablando otra vez del Tokio blues (Norwegian Wood) de Murakami.

A Toru Watanabe la canción de The beatles le llevó a otro momento y otro lugar. A mí, El gran Gatsby me llevó a esta novela. Me la recomendaron precisamente por mi pasión por Fitzgerald, y luego me la regalaron.

Parecía predestinada, y ahora que pienso en su lectura, me lleva a otro tiempo y otro lugar. A Sevilla (como ahora) y a 2008. A la primera vez que di clases, y al acompañamiento de Murakami en aquellos días. Es de esas novelas que crecen en ti con el pasar del tiempo. Aquella historia de amor y muerte, de sexo y desasosiego, de canciones y libros.

Y vamos con mis pasajes preferidos:
−¿Te gusta la soledad? −Apoyó la mejilla sobre la palma de su mano−. ¿Te gusta viajar solo, comer solo, sentarte en las clases solo, apartado de la gente?
−A nadie le gusta la soledad. Pero no me interesa hacer amigos a cualquier precio. No estoy dispuesto a desilusionarme −aclaré.
Con una patilla de las gafas metida en la boca, la chica murmuró
−A nadie le gusta la soledad. Pero detesto que me decepcionen. Si te decides a escribir tu autobiografía, puedes incluir estas líneas.
−Gracias.

Y la relación Murakami- Fitzgerald.
A los 18 años, mi libro favorito era El centauro, de John Updike, pero cuando lo hube releído varias veces, perdió su chispa y cedió la primera posición a El gran Gatsby, de Fitzgerald, obra que continuó encabezando mi lista de favoritos durante mucho tiempo. Tomar El gran Gatsby de la estantería, abrirlo al azar y leer unos párrafos se convirtió en una costumbre, y jamás me decepcionó. No había una página de más. “¡Es una novela extraordinaria!”, pensaba. Me hubiera gustado hacer partícipes a los otros chicos de tal maravilla. Pero a mi alrededor no había nadie que leyera El gran Gatsby. Dudo que lo hubieran apreciado. En 1968 leer El gran Gatsby no llega a ser un acto reaccionario, pero tampoco podía calificarse de encomiable.

Pese a todo, conocí a una persona que había leído El gran Gatsby, y nos hicimos amigos precisamente por ello. […] Nos conocíamos de vista, ya que vivíamos en la misma residencia, hasta que un día en que yo estaba leyendo El gran Gatsby en un rincón solado del comedor. Él se sentó a mi lado y me preguntó qué leía. “El gran Gatsby”, le dije. “¿Es interesante?”, me preguntó. Le respondí que lo había leído tres veces, pero que cuanto más lo releía más párrafos interesantes encontraba. “Un hombre que ha leído tres veces El gran Gatsby bien puede ser mi amigo”.

Cosas que me hacen sentir bien: La contabilidad.
Cosas que me hacen recaer: Recortes en educación (adiós trabajo).

1 comentario:

  1. es uno de mis libros favoritos. uno de mis autores favoritos.

    tienes razón en eso de que es una novela que crece en ti. siempre es el espectador/lector el que tiene (digamos) la última palabra.. y en ese sentido murakami es extremadamente generoso.

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