Ya que hemos sobrevivido al fin del mundo, podemos hablar en serio del tema. De todos los que hemos visto/leído, me quedo con los de Cormac McCarthy.
En La carretera escribe sobre un fin del mundo cruel, sin que haya invasores ni extraterrestres, sin huracanes ni tsunamis. Sólo los hombres que devoran a hombres y eso ya es bastante.
Pero para fin del mundo, el de No es país para viejos. Allí no había fin como tal, no había fecha determinada. Era la misma sensación de caos que ahora nos acompaña: la violencia, la desesperación, la degradación de la sociedad. El fin del mundo se veía en el rostro del sheriff, donde se ve la desolación de no poder evitarlo.
"Loretta me dijo que había oído por la radio que no sé qué porcentaje de niños en este país son criados por sus abuelos. No recuerdo qué tanto por ciento. Bastante alto, me pareció. Los padres no querían educarlos. Estuvimos hablando de eso. Lo que pensamos fue que cuando llegue la próxima generación y tampoco quieran educar a sus hijos, ¿quién lo va a hacer? Sus propios padres serán los únicos abuelos a mano y ellos no querrán hacerlo. No se nos ocurrió ninguna respuesta. Cuando tengo un día bueno me parece que hay algo que no sé o que hay algo que no tengo en cuenta. Pero esos momentos son los menos. A veces me despierto de noche y sé como que existe la muerte que no hay nada que pueda detener este tren como no sea el segundo advenimiento de Cristo. No sé qué sentido tiene que me quede en vela pensando estas cosas. Pero lo hago."
Cosas que me hacen sentir bien: Cormac McCarthy.
Cosas que me hacen recaer:Soñar(te).
EL BELLO SERGIO (1958), DE CLAUDE CHABROL.
Hace 14 horas
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