"Con relativa frecuencia recibía cartas de Jane. Ella me escribía todos los días, pero su correspondencia llegaba en montoncitos de diez o doce cartas que yo seleccionaba por orden de fechas antes de empezar a leerlas. Sus misivas suponían para mi impaciente soledad un gran consuelo. […]
Me hablaba de sus esperanzas y proyectos; de cómo había construido un calendario con veinticuatro cuadritos blancos en cada día y del placer confortante que suponía el tachar cada mañana las nueve horas de sueño. “Es un calendario –me explicaba-, que llevo siempre conmigo y donde quiera me sorprendan las campanadas de un reloj lo saco para tachar cada uno de los cuadritos blancos.
Es un placer tan simple y reconfortador que te lo recomiendo con toda el alma. De esta manera casi ves pasar el tiempo; y un tiempo que sería odioso normalmente, se transforma así en una cosa simpática porque te permite ir disfrutando paso a paso del camino que conduce a nuestra reunión definitiva."
Páginas: 8
Libro de referencia: La sombra del ciprés es alargada, de MIguel Delibes.
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