Cuando uno ve Tremé, la primera tentación es hablar de su música. Y es imprescindible hacerlo, con todo ese movimiento en Nueva Orleans, el jazz, el rock, el rythm and blues, la cultura indígena, el carnaval. Pero la fortaleza de la serie está en sus personajes y en el fascinante desarrollo que tiene.
Ésa es la marca de la casa de David Simon. Ya en The Wire logró unos buenos-malos y unos malos-buenos fascinantes (DiAngelo, Omar, Marlo, Stringer...) y uno no sabía con quién simpatizar.
En Tremé ninguno destaca. Todos intenta sobrevivir al horror después del Katrina, con la música, la enseñanza, la gastronomía, la policía, la justicia, la política... todo cabe en el mundo Simon. Ha sabido elegir los personajes con los que criticar todo este maldito sistema, sin grandes consignas, sólo con la realidad por delante. Que sea el espectador el que se dé cuenta, que nos creamos inteligentes. Tremé es una lección.
Cosas que me hacen sentir bien: El horario nocturno.
Cosas que me hacen recaer: La lejanía.
EL BELLO SERGIO (1958), DE CLAUDE CHABROL.
Hace 12 horas