Menos mal que este fin de semana hubo fútbol, porque si no, ¿qué íbamos a hacer? ¿Leer? Venga ya. ¿Leer fútbol? Es una opción. Saber perder, de David Trueba es un ejemplo. Trueba, Javier Marías, Vázquez Montalbán, Fontanarrosa… Aquí está la aportación de un servidor en su novela en obras al poco glorioso mundo del fútbol.
Los chicos decidimos pasar las mismas mañanas en el viejo campo de fútbol. Entre disparo y disparo, discutían sobre la versatilidad de tal jugador, o sobre la capacidad física de tal otro, a lo que yo asentía atrevidamente esperando que no encontranse en mí a un desconocedor del fútbol. Ciertamente no lo era, me gustaba más practicarlo que verlo, por eso se me escapaban tales detalles excesivos, quizás mi mente no estaba capacitada para tanta información y de tal valor.
Al poco tiempo de partido me quedaba exhausto, seguramente porque mi versatilidad y mi capacidad física no eran las adecuadas. Así que me marchaba de vuelta a casa a ver las chicas nadar. Alguno trataba de venir con alguna excusa idiota, pero rápidamente cortaba su interés de manera brusca. Al final declaraban su verdadera intención y finalmente accedía a sus deseos. Llegábamos a mi cuarto y grabábamos en nuestras retinas aquellas imágenes evocadoras de otros mundos y otras circunstancias.
Cosas que me hacen sentir bien: El Eurobasket.
Cosas que me hacen recaer: Las derrotas del Málaga.
EL BELLO SERGIO (1958), DE CLAUDE CHABROL.
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